Descubriendo el Pole Dance

Cómo comenzó todo.

La primera vez que descubrí este deporte me quedé alucinada. En un vídeo, podía ver a unas cuantas chicas haciendo acrobacias en una barra vertical.

Lo primero que pensé fue: ¿Cómo harán todo eso? Y lo segundo: ¡Tengo que probar!

Así que me puse manos a la obra y comencé a buscar algún sitio donde aprenderlo. Por aquel entonces vivía en Córdoba (la de España) y allí tuve mi primer contacto con «LA BARRA».

Busqué una escuela por Internet y me puse en contacto con la instructora. Me citó una tarde para explicarme todo esto del mundo del Pole y así irme preparando el cuerpo. Aquel día llevé ropa normal de gimnasio (unos leggins por debajo de la rodilla y una camiseta) por si podía probar alguna clase.

La Escuela de Pole.

Cuál fue mi sorpresa cuando acudí al lugar y lo primero que vi fue a dos alumnas que subían, bajaban y daban tretas en una barra de unos 5 metros de altura con una agilidad más propia de un chimpancé que de un humano. Por supuesto no llevaban leggins sino unos minúsculos shorts, un top y músculos, muchos músculos. No voy a negar que eso me asustó bastante.

Cuando terminó la clase la instructora se dirigió a mi y se presentó muy amablemente. Tenía un cuerpazo súper definido, nada que ver con el mío fofillo. Me sentó y me explicó todo.

En mi primera escuela (para mi la mejor de todo el mundo, y eso nunca cambiará XD) el grado de dificultad estaba estructurado en 8 niveles que había que ir superando mediante pruebas. A partir del nivel 3 te daban diplomas como motivación. Por lo visto lo de llevar poca ropa tenía que ver con la adherencia a la barra, ya que ésta resbalaría con unos pantalones largos. Así mismo no era conveniente echarse crema ni nada parecido que hiciera la piel resbaladiza. Más tarde descubrí que existía toda una gama de productos dedicados a evitar esto, tales como el magnesio y otros que se normalmente se llamaban «grips».

Así que con esta primera experiencia, me aventuré a probar con el nivel 1, pero la próxima vez tendría que ir mejor preparada, los leggins quedarían atrás para siempre.

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About the Author: Inma García

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